Patek Philippe Twenty~4® Alta Joyería referencia 4909/110 “ Aquatic Life”

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Logotype
Patek Philippe 4909 110G
Kaliber 16-250 Werkansicht

Baselworld 2014
Comunicado de prensa

Ginebra, Marzo 2014


Un reloj joya de un lustre incomparable

Desde su fundación en 1839, Patek Philippe no ha dejado de perpetuar todo ese saber hacer artesanal que contribuye a realzar la preciada mecánica relojera gracias a una envoltura que combina belleza y rareza. El reloj de pulsera para señora Twenty~4® de Alta Joyería referencia 4909, presentado durante Baselworld 2014, es un llamativo ejemplo. A través de él se pone de manifiesto que los talleres de engastado de Patek Philippe pueden rivalizar con las casas de joyería más célebres del mundo –por la creatividad de sus diseños, la calidad de las piedras preciosas, el sentido artístico con que disponen las gemas y la maestría de las técnicas de engastado, ya se trate del tradicional “engaste en grano”, el refinado “engaste cerrado“, el aleatorio “pavé” o el muy sofisticado “engaste invisible”.


Un mar de diamantes

El modelo Twenty~4® de Alta Joyería referencia 4909 lleva engastados 1.937 diamantes y zafiros que dibujan en la esfera, la caja, la pulsera y el cierre un motivo decorativo conocido como “Aquatic Life” ‒formado por pequeños peces de zafiro azul de diversos tamaños nadando en un mar de diamantes totalizando aproximadamente 43,73 quilates. Las gemas se distinguen por su extrema pureza y su irreprochable talla. Los diamantes baguette son de calidad Top Wesselton Pur (extra blanco), los zafiros de un azul intenso. Esta preciosa combinación ha sido realizada según las reglas del arte en el departamento de creación de Patek Philippe por los talleres de engastado de la manufactura. Los lados ligeramente inclinados de la caja y de la pulsera van adornados con diamantes baguette con “engaste cerrado”. Las gemas de los lados de la caja van dispuestas en abanico, y cada una de ellas ha tenido que ser tallada individualmente en función de su emplazamiento exacto. Los diamantes baguette que adornan la parte central de la pulsera y la esfera van fijados por el procedimiento de “engaste invisible”. Esta forma de engastado está considerado como uno de los más difíciles de realizar, y también uno de los más arriesgados en lo que al manejo de las piedras preciosas se refiere. Para que los diamantes formen una especie de alfombra, sin juntas aparentes, y evitar que se vea entre las gemas el metal de los puntos de fijación o el oro blanco de la caja o de la pulsera, el diamantista debe preparar cuidadosamente cada gema realizando una fina ranura horizontal en su parte inferior. Los diamantes baguette son seguidamente grapados en unos minúsculos raíles de oro expresamente trazados en el metal de la pulsera y de la caja. Los emplazamientos de los numerosos raíles y de las ranuras de los diamantes deben ser calculados a la fracción de milímetro para que las gemas engastadas encajen exactamente según la forma deseada. En este mar de diamantes van seguidamente fijados en aplique los diversos peces azules. Los más pequeños se componen cada uno de un zafiro solitario talla marquesa con “engaste cerrado” y marco de oro rosa. Los más gruesos combinan múltiples zafiros talla brillante con “engaste en grano” dentro de un soporte de oro rosa que permite reproducir la forma y las diferentes motas de los peces. Dado que los apliques van colocados en un lecho de diamantes extra blancos, la luz se refleja mejor a través de los zafiros azules, reforzando su brillo así como la intensidad del color.

Pero el cometido del engastador va más allá. El modelo Twenty~4®Aqualife lleva igualmente diamantes engastados en lugares generalmente poco visibles. El cierre de oro blanco de 18 quilates va adornado con 60 diamantes talla brillante Top Wesselton Pur, mientras que en el fondo de la caja 88 diamantes 8/8 del más bello lustre sirven de marco al cristal de zafiro transparente a través del cual puede admirarse otro tesoro.


La mecánica en todo su esplendor

El reloj de pulsera de Alta Joyería Twenty~4® referencia 4909/110 alberga un movimiento mecánico de cuerda manual, el calibre Patek Philippe 16-250, una joya de la técnica y de la estética. Los dos puentes y el “coq” (puente de volante) llevan sus aristas redondeadas y pulidas; sus caras superiores van adornadas con motivos “Côtes de Genève” hechos a mano. Los rubíes rojos añaden una nota viva de color, mientras que el volante, la rueda de los minutos y los grabados con que van adornados los puentes ostentan un brillo dorado. Fabricado y terminado según la gran tradición relojera, este calibre mecánico ofrece un fascinante espectáculo en su modo de funcionar –con su volante que oscila 28.8000 alternancias por hora (4 Hz) y su pequeña áncora que transmite cada uno de estos impulsos a la rueda de áncora, la cual arrastra a la rueda de segundos y ésta a su vez a la rueda mediana y a la rueda de las horas que lleva los ejes de las agujas de las horas y de los minutos. No se trata de un proceso abstracto (como los electrones invisibles que hacen vibrar el cristal de cuarzo de los movimientos electrónicos para pilotar un motor paso a paso), sino de una mecánica visible y concreta, comprensible en su conjunto –desde la rotación de la corona de dar cuerda a los desplazamientos de las agujas. Estas dos agujas tipo “bastón” así como las cifras romanas XII y VI en aplique son de oro rosa de 18 quilates y forman parte de las señas de identidad que distinguen a la colección de relojes de señora Patek Philippe Twenty~4®.


Patek Philippe y los “oficios de alta artesanía”

Cuando en 1839, Antoine Norbert de Patek funda su manufactura de relojería su única ambición es “fabricar los mejores y más bellos relojes del mundo”. Con ello manifestó de manera expresa que un reloj debía ser considerado siempre como un todo que combina estrechamente mecánica interior y envoltura externa. Este principio sigue válido en la actualidad e incluso aparece inscrito negro sobre blanco en el Reglamento del Sello Patek Philippe. A lo largo de 175 años, la manufactura ginebrina no se ha dedicado únicamente a perpetuar e impulsar el gran arte relojero. Asimismo, ha puesto todo su empeño en salvaguardar todas esas técnicas artesanales, altamente especializadas, que permiten embellecer los movimientos y las cajas –entre ellos las diversas técnicas de esmaltado (pintura miniatura sobre esmalte, esmalte “cloisonné”, esmalte “champlevé”, etc.), el grabado (en relieve o en intaglio), el “guilloché”, así como la joyería y el engastado. En el siglo XX, cuando se reduce la demanda de relojes ricamente adornados y cada vez son más escasos los artesanos capaces de realizar este tipo de motivos decorativos, Patek Philippe siguió cursándoles pedidos, y ello pese a que sus creaciones no tuvieran comprador y terminaran finalmente integrando la colección privada de la familia Stern, propietaria de la manufactura. Gran número de estas obras de arte figuran en la actualidad entre las piezas más admiradas de las colecciones del Patek Philippe Museum y gozan de un valor inestimable. Pero lo más importante es que gracias al compromiso de Patek Philippe, los últimos artesanos han podido todavía transmitir a tiempo su saber hacer a los más jóvenes, con miras a garantizar su conservación para las generaciones actuales y venideras. Y es que estos “oficios de alta artesanía” constituyen un legado cultural esencial sin el cual la relojería suiza no habría alcanzado nunca su inigualable proyección internacional.