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Rado

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Uhrwerk von Rado
RADO True Chronograph Platinum Matt

No existe ninguna fuerza superior a la de la imaginación, la de soñar para a continuación realizar los propios sueños. La capacidad de imaginar el futuro para después darle forma. Esta energía ha marcado una impronta indeleble en la historia de la marca de relojes Rado gracias a la voluntad de algunos hombres de crear una superficie para la pureza y la belleza absoluta.

Cuando se fundó, en 1957, la marca era, ante todo, una visión: crear un reloj revolucionario que sobreviviera a las pruebas y el desgaste del tiempo gracias a una durabilidad y una dureza ejemplares. Moldeando audazmente un material hasta entonces reservado a la concepción de utillaje industrial, esta idea se materializa en forma del primer reloj inrayable del mundo - The Original Diastar 1. Entretanto convertido en un clásico del sector relojero, este modelo no es más que la explosiva demostración de la fascinación de una generación por la tecnología y la industrialización.

La innovación en el mundo de la relojería exige que la marca se replantee numerosos métodos de fabricación conocidos. Audacia, intuición y determinación, años de investigación para crear procesos que todavía hoy caracterizan su estilo – cristal de un extremo al otro, metalización, cristal de zafiro perfilado, cuya excepcionalidd testimonian igualmente numerosas patentes internacionales. En 1986, Rado volvió a convertirse en pionera de la relojería por su utilización de cerámica de alta tecnología. En 2004, Rado introdujo el V10K, un reloj de diamantes de alta tecnología cuya dureza de 10.000 Vickers solo es igualada por el diamante natural. Con el diamante más duro del mundo, Rado concretiza su visión.

La cerámica está presente hoy en la mayor parte de los modelos de la gama - Ceramica, Sintra, Integral, True. Gracias a su ligereza ejemplar, su capacidad única de absorber el calor del cuerpo y sus propiedades hipoalergénicas, ofrece un confort absoluto, la afirmación de un lujo íntimo, del último lujo.

Ahora, lo único que falta es el porvenir. Y esta voluntad absoluta de mantenerse fieles a la propia intuición. De creer en ella como se cree en los propios sueños. Serenamente. A fin de cuentas, el tiempo no es nada, hasta que se convierte en un instante especial. Se trata de tener un punto de vista particular sobre el propio tiempo, pero, ante todo, de pertenecer al instante presente.

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